Hay varios tipos de carta. Esta es una carta de relación en la que Hernán Cortéz, le comunica su versión de lo que ocurre durante la conquista de México.
Un encuentro con Moctezuma
Yo me partí 1 tras ellos, muy acompañado de muchas personas, que parecían de mucha cuenta2, como después pareció serlo; y todavía seguía en camino por la costa de aquella gran laguna. A una legua3 del aposento de donde partí, vi dentro de ella, casi a dos tiros de ballesta, una ciudad pequeña, que podría ser hasta de mil o dos mil vecinos, toda armada5 sobre el agua, sin haber para ella ninguna entrada, y muy torreada6, según lo que de fuera parecía. Otra legua adelante entramos por una calzada7 tan ancha como una lanza jineta8, por la laguna adentro, de dos tercios de legua, y por ella fuimos a dar a una ciudad, la más hermosa aunque pequeña que hasta entonces habíamos visto, así de muy bien obradas9 casas y torres como de la buena orden que en el fundamento de ella había, por ser armada toda sobre agua. En esta ciudad, que será hasta de dos mil vecinos, nos recibieron muy bien y nos dieron muy bien de comer. Allí me vinieron a hablar el señor y las personas principales de ella, y me rogaron que me quedase allí a dormir. Aquellas personas que conmigo iban de Moctezuma me dijeron que no parase, sino que me fuese a otra ciudad que está a tres leguas de allí, que se dice Iztapalapa, que es de un hermano de Moctezuma; y así lo hice. La salida de esta ciudad donde comimos, cuyo nombre al presente no me ocurre a la memoria, es por otra calzada que tira una legua grande hasta llegar a la tierra firme. Llegado a esta ciudad de Iztapalapa, me salió a recibir algo fuera de ella el señor, y otro de una gran ciudad que está cerca de ella, que será obra de tres leguas, que se llama Coyuacán, y otros muchos señores que allí me estaban esperando; me dieron hasta tres o cuarto mil castellanos y algunas esclavas y ropa, y me hicieron muy buen acogimiento. Tendrá esta ciudad de Iztapalapa doce o quince mil vecinos; está en la costa de una laguna salada grande, la mitad en el agua y la otra mitad en la tierra firme. Tiene el señor de ella unas casas nuevas que aún no están acabadas, que son tan buenas como las mejores de España; digo, de grandes y bien labradas, así de obra de cantería como de carpintería, y suelos y cumplimientos para todo género de servicio de casa, excepto masonerías y otras cosas ricas que en España usan en las casas; acá no las tienen. Tienen en muchos cuartos, altos y bajos, jardines muy frescos de muchos árboles y flores olorosas; asimismo albercas de agua dulce muy bien labradas, con sus escaleras hasta lo fondo. Tiene una muy grande huerta junto a la casa, y sobre ella un mirador de muy hermosos corredores y salas, y dentro de la huerta una muy grande alberca de agua dulce, muy cuadrada, y las paredes de ella de gentil cantería, y alrededor de ella un andén de muy buen suelo ladrillado, tan ancho que pueden ir por el cuatro, paseándose; y tiene de cuadra cuatrocientos pasos, que son en torno mil seiscientos. De la otra parte del andén hacia la pared de la huerta va todo labrado de cañas, y detrás de ella todo de arboledas y yerbas olorosas; dentro de la alberca hay mucho pescado y muchas aves, así como lavancos y cercetas y otros géneros de aves de agua; y tantas que muchas veces casi cubren el agua. Otro día después que llegué a esta ciudad, me partí y, a media legua andada, entré por una calzada que va por medio de esta dicha laguna dos leguas, hasta llegar a la gran ciudad de Tenochtitlán, que está fundada en medio de la dicha laguna. Esta calzada es tan ancha como dos lanzas y muy bien obrada; pueden ir por toda ella ocho caballos a la par25. En estas dos lagunas de una parte y de la otra de la dicha calzada están tres ciudades. Una de ellas, que se llama Mexicaltzingo, está fundada, la mayor parte de ella, dentro de la dicha laguna; las otras dos, que se llaman, la una Mixiuacán y la otra Huitzilopocho, están en la costa de ella, y muchas casas de ellas están dentro del agua. [mapa de la ruta de Cortés] La primera ciudad de éstas tendrá tres mil vecinos; y en todas hay muy buenos edificios de casas y torres, en especial las casas de los señores y personas principales, y las casas de sus mezquitas u oratorios donde ellos tienen sus ídolos. En estas ciudades hay mucho trato de sal, que hacen del agua de la dicha laguna y de la superficie que está en la tierra que baña la laguna; la cuecen en cierta manera y hacen panes de la dicha sal, que venden para los naturales y para afuera de la comarca. Aquí me salieron a ver y a hablar hasta mil hombres principales, ciudadanos de la dicha ciudad, todos vestidos de la misma manera y hábito y, según su costumbre, bien rico. Cuando habían llegado para hablarme, cada uno por sí, en llegando a mí, hacía una ceremonia que entre ellos se usa mucho; ponía cada uno la mano en la tierra y la besaba. Así estuve esperando casi una hora hasta que cada uno hiciese su ceremonia. Ya junto a la ciudad está una puente de madera de diez pasos de anchura, y por allí está abierta la calzada para que tenga lugar el agua de entrar y salir, porque crece y mengua26, y también para fortaleza de la ciudad, porque quitan y ponen unas vigas27 muy luengas28 y anchas, de que la dicha puente está hecha, todas las veces que quieren. De éstas hay muchas por toda la ciudad como adelante, en la relación que haré de las cosas de ella, vuestra alteza29 verá. Pasada esta puente, nos salió a recibir aquel señor Moctezuma con hasta doscientos señores, todos descalzos y vestidos de otra librea ore manera de ropa, asimismo bien rica a su uso y más que la ropa de los otros. Venían en dos procesiones, muy animados a las paredes de la calle, que es tan ancha, hermosa y derecha que de un cabo se parecen el otro; tiene dos tercios de legua y de la una parte y de la otra muy buenas y grandes casas, así de aposentamientos como de mezquitas. Moctezuma venía por medio de la calle con dos señores, el uno a la mano derecha, y el otro a la izquierda, de los cuales uno era aquel señor grande que dije que me había salido a hablar en las andas30; el otro era el hermano de Moctezuma, señor de aquella ciudad de Iztapalapa, de donde yo había partido aquel día. Todos los tres estaban vestidos de la misma manera, excepto Moctezuma que iba calzado, y los otros dos señores descalzos. Cada uno le llevaba del brazo y, como nos juntamos, yo me apeé31 y le fui a abrazar solo. Aquellos dos señores que con él iban me detuvieron con las manos para que no le tocase; y ellos y él hicieron asimismo ceremonia de besar la tierra. Hecha esta ceremonia, mandó a su hermano, que venía con él, que se quedase conmigo y que me llevase por el brazo, y él con el otro se iba adelante de mí un poquito trecho32. Después de haberme hablado él, vinieron asimismo a hablarme todos los otros señores que iban en las dos procesiones en orden, una en pos33 de otra, y luego se tornaban34 a su procesión. Al tiempo que yo llegué a hablar al dicho Moctezuma, me quité un collar que llevaba de margaritas y diamantes de vidrio y se lo eche al cuello; y, después de haber andado la calle adelante, vino un servidor suyo con dos collares de camarones, envueltos en un paño35 que eran hechos de hueso de caracoles colorados que ellos tienen en mucho; y de cada collar colgaban ocho camarones de oro, de mucha perfección, tan lagos casi como un jeme36. Como se los trajeron, se volvió a mi y me los echó al cuello; luego tornó a seguir por la calle en la forma ya dicha, hasta llegar a una casa muy grande y hermosa que él tenía para aposentarnos, bien adrezada37. Allí me tomó por la mano y me llevó a una gran sala que estaba frontera de un patio por donde entramos. Allí me hizo sentar en un estrado38 muy rico, que para él lo tenía mandado hacer, y me dijo que le esperase allí, y él se fue. Después de poco, ya que toda la gente de mi compañía estaba aposentada, volvió con muchas y diversas joyas de oro y plata y plumajes, y con hasta cinco o seis mil piezas de ropa de algodón, muy ricas y tejida y labrada de diversas maneras. Después de habérmela dado, se sentó en otro estrado, que luego le hicieron allí junto con el otro donde yo estaba. | 1partí (de partir) - me fui 2De mucha cuenta - de mucha importancia 2Una legua - 5.572.7 metros o 3.467 millas 3aposento - 4ballesta - 5armada - construída 6torreada - con muchas torres o edificios más altos que anchos 7calzada - camino pavimentado por donde se puede caminar 8lanza jineta - palo largo con punta que llevan los jinetes de la época de 3 metros o 9-10 pies de largo 9bien obradas - bien hechas 10castellanos - discos de oro que se parecen a monedas 11acogimiento - recibimiento 12bien labrado - algo que está bien construído 13obra de cantería - piedra trabajada 14cumplimientos - lugar y cosas que sirven para hacer algún trabajo 15masonerías - piedra trabajada y fijada con cemento 16huerta - terreno donde se cultivan legumbres, verduras y árboles frutales 17mirador - lugar alto de un edificio como una terraza desde donde se puede ver lejos por varios lados. 18andén - una banqueta o acera elevada desde donde se entra a un tren. 19tiene de cuadra - distancia alrededor de algo cuadrado 20cañas - plantas de tallos altos secos como el bambú 21levancos y cercetas - tipos de patos grandes y pequeños respectivamente 22mezquita - sitio donde rezan los 23trato de sal - fabricación de sal 24comarca - distrito, provincia or región de un estado o de un país 25a la par - juntos 26mengua-que baja el nivel del agua. También se dice de la luna cuando ya ha pasado la luna llena y se va haciendo pequeña. 27vigas - maderas largas y gruesas que se usan para soportar el peso de un techo o la base de un puente. 28luengas-largas 29vuestra alteza - su alteza. Una manera de referirse al rey. 30en las andas - por el camino 31 me apeé - bajé del caballo (o de otro medio de transporte). 32un poquito trecho - a poca distancia 33en pos - detrás 34se tornaban - volvían 35 un paño - es un trozo de tela, como un pañuelo 36un jeme - la distancia entre el dedo gordo y el dedo índice. Más o menos una pulgada. 37adrezada - arreglada con todo lo que lleva una casa. 38un estrado - una plataforma elevada, como para un poner un trono |
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Cartas de relación, Malinali y Encuentro con Moctezuma
Este es un fragmento de la segunda carta de Hernán Cortés al rey Carlos I de España (Carlos V de Alemania e Italia y Emperador del Sacro Imperio Romano). La carta cuenta del primer encuentro entre Moctezuma y Cortés. A estas cartas se les llama cartas de relación porque relatan (cuentan) lo que Cortés había visto y hecho en sus viajes. Este es un fragmento de la segunda carta de las cinco cartas que Córtez le envió al rey durante su tiempo en lo que hoy es México.
Una importante figura que no sé menciona en el texto es una mujer indígena llamada Malinalli Tenépatl. También se le conoce como Malintzín, que es el nombre que Cortés usaba, o Doña Malinali. Durante mucho tiempo los mexicanos le dieron el nombre de la Malinche y la acusaron de ser una traidora a los Aztecas y a los Mexicanos. Últimamente, se ha revalorado la figura de Malinali Tenépatl al entender que ella no debía nada a los Aztecas ni a los mayas.
Las razónes por lo que Malinalli Tenépatl no le debía nada a Aztecas o Mayas es que Malintzín era la hija de un noble azteca. Cuando murió su padre, la mamá de Malintzín se casó con otro señor de alta clase y tuvo un hijo con él. Como era la hijastra de ese señor, se decidió llevarla a un grupo de traficantes de esclavos de Xicalango para deshacerse de ella. Su mamá hizo creer a la gente que su hija había muerto según el historiador de “las indias,” o sea la tierra recién descubierta por Cortés. Los traficantes la vendieron como esclava y Malinali acabo siendo esclava de un grupo Maya. Después de una guerra entre jefes maya, Malinali fue enviada a otra ciudad como tributo. Allí paso varios años trabajando y aprendiendo el idioma maya-yucateco.
Cuando Cortés iba buscando dónde estaba el emperador de los Aztecas, recibió varios regalos de ropa, joyas, oro y hasta de mujeres que Cuauhtémoc le enviaba para ver si con lo que le daba ya se iba. Una de las mujeres que le fue regalada, fue Malintzín. Gracias a que había nacido y vivido en Tenochtitlán ella hablaba perfectamente el idioma náuhatl.
Un día, mientras Cortés iba buscando al emperador de los aztecas ocurrió una batalla entre los españoles y los mayas que tenían a Malinali como esclava. Al perder la batalla contra Cortés, le regalaron oro, cobijas (o mantas) y a 9 mujeres, entre las que se encontraba Malinali.
Los españoles la bautizaron con el nombre de Marina y Cortés la regaló a uno de sus capitanes más valiosos, pero poco después, el capitán regresa a España como mensajero de Cortés y Cortés se queda con ella porque estaba aprendiendo español rápidamente y porque hablaba maya-yucateca y náhuatl. En poco tiempo aprendió español y con sus habilidades lingüísticas en náuhatl, maya-yucateca y español se convirtió en “la lengua” de Cortés. Siempre estaba al lado de él ayundando a Cortés entender lo que decían los mayas y aztecas y diciendo lo que Cortés les decía a ellos. Además ayudó a Cortés a entender las costumbres y las prácticas militares de los aztecas.
Cortés y Malinali tuvieron un hijo a quién llamaron Martín Cortés. Malintzín.